Thursday, September 08, 2005

Padre Nuestro que estás en la tierra...






















Me detuve el 2 de septiembre pasado en la revista de libros del Mercurio de Santiago, en específico, en la página de Rafael Gumucio. El relato se titulaba “LA RESPUESTA DEL PADRE”. A poco andar me di cuenta de que era una respuesta ficticia del padre de Franz Kafka, don Herman Kafka, a una carta hecha por aquel a este. La carta nunca fue publicada, pero fue encontrada por los editores de KAFKA y publicada póstumamente. Lo anterior me forzó a leer necesariamente la carta. No voy a tomar partido respecto del relato aludido. Les recomiendo leerlo. Es fuerte.
Sí quiero hacer un reparo en una de las relaciones más fuertes que puede existir para un ser humano, si no la más fuerte, la relación Padre-Hijo. Esto porque generalmente se presenta, respecto de nuestros padres, coetáneamente, en una doble dimensión, esto es, siendo padre e hijo al mismo tiempo, lo que realza aún más la difícil labor de ser padre. Ser río y lago a la vez, ser continente y contenido. Ser víctima y victimario. Verdugo y ejecutado. Debe ser sumamente difícil.
Es muy probable que las relaciones con nuestros padres tengan mucho de traumáticas. Estamos llenos –y quien no- de reproches, de temores, de inseguridades, de culpas, que resulta sencillo atribuir, todas estas deformaciones psicológicas, a una labor intencionalmente macabra, respecto de la cual el Padre, es el único y exclusivo responsable.
Es tremendamente sencillo, una vez formados en nuestra adultez, juzgar el proceso educativo del que hemos sido objetos (según nuestra lastimera retrospectiva de nosotros mismos). Es frecuente que hayamos librado verdaderas guerras en contra de nuestro Padre, en donde la Madre, era un territorio semi neutral, donde se descansaba, se obtenía información, se realizaba espionaje, se tendían trampas al enemigo, era un agente que de seguro llevaría nuestras tretas al bando contrario; y de verdad creo, que existen muchas relaciones que se forjaron así, llenas de desaciertos, de yerros que orgullosamente nos empeñamos en mantener, incluso hasta hoy, derribando los pilares de los puentes que a veces los años han ayudado a construir, con un miserable deseo fútil de venganza, en obediencia a una mezquina y estéril sensación de superioridad emocional, que daña al que la recibe, pero más a quien, ex profeso, la genera.
No puedo comprender porque aún siento rencor y desprecio, por gestos perversos que yacen guardados en mi conciencia, perturbando mi buen ánimo, mi capacidad de amar, magullando mi más hermosa cualidad, mi bondad. Estamos repletos de estos bosques fríos y aterradores, de árboles que se mueven y quieren ahorcarnos.
Aún no he experimentado completamente el ciclo del padre, por lo menos, es lo que me empeño en creer. No obstante, siento que es una canallada emitir juicios, sobre todo, acerca de un viaje, el cual, aún no emprendo.
No quisiera verme expuesto al escarnio de mis hijos, a la ignominia del juicio artero, propio del ímpetud de la juventud, el cual domina mi corazón en estas horas, y se apodera de estas desafortunadas letras.
No me siento capacitado aún para formar el carácter de otro ser. Son muchos los miedos de no fallar. De no ser en un futuro, “objeto” de un juicio tan descarnado como el que aún conservo de mi padre. Quizá sea una cuestión de visión, o mejor dicho, de falta de visión (mía obviamente).
A veces creo que podemos superar estas pequeñeces infantiles, que aún nos causan dolor y pesar.
Creo a veces, que he hemos firmado una tregua, incipiente, solapada e infame entre mi padre y yo. La verdad, es que no quiero abrir mi artillería en su contra nuevamente, porque sé que es mayor, o peor aún, porque sé, que es más destructiva. Quiero dejarlo todo atrás de una buena vez. Quiero sentarme a tomar una cerveza con mi padre, quiero ese ataque de valor, de decirle esto sin lastimarlo ni lastimarme a la vez, quiero mirarlo con los ojos que lo ven mis amigos, a quien les parece un gran tipo; después de todo es mi Padre, le debo mi educación, mis mejores gestos de amor al mundo, mi corazón sensible, mi sentido del humor, mi capacidad de perdón.… de perdonarme ante él, le debo la vida.

8 Comments:

Blogger Voknahelio said...

interesante.... pense que tu blog era mas informal pero esta muy bueno

sigue escribiendo buenas cosas y te seguire leyendo

voknahelio

4:31 PM  
Blogger Carly said...

que buen post...y es cierto uno no puede criticar hasta estar en los zapatos de papá/mamá

Un gran abrazo

6:54 AM  
Blogger Dsanz said...

Buen Post Franco. Cuando pequeño recuerdo jurar y rejurar que mi padre me las pagaría, que ante tan ignominiosos momentos que me hizo vivir en un futuro lejano me dejaría caer implacable con mi cuenta de infancia. Hoy me da terror pensar como uno puede sentir tanto resentimiento contra su padre, me imagino yo en su caso y la verdad es que ciertas realidades se hacen suplerfluas. Aunque me cuesta tener con él gestos de cariño, lo quiero.
Saludos Franco.

7:35 AM  
Blogger Paula B. said...

My father is like a comet... aparece con intervalos variados de tiempo en mi vida.
También se ha saltado eventos importantes y no solo mios, de mi sister too.

Definitivamente todo lo que soy se lo debo a mi mamá

Gracias por tu post

And you'll never be alone
Come on now show your soul

Besos

Paly Messer S.

11:18 AM  
Blogger Coni said...

Gracias por leer mi blog. Está muy bueno el tuyo.
Pero hay algo que me intriga. Como llegaste al mio?
Saludos

5:30 PM  
Blogger SERGINHO® said...

cresta.. la relación padre/hijo.. es un tema ... gran tema...

me gusto tu analisis...

sabes.. viste el gran pez..a hi tratan esa tematica.. y esa visión igual me gusto..

ademas que a nadie le enseñan a ser papa y mama..


cuidate... habitualmente vuelvo por aqui a leerte¡

8:47 PM  
Blogger Indianguman said...

El cómo sanar la relación con los padres es un gran dilema; cómo hacerles sabes nuestros reparos sin que se sientan heridos y criticados, cómo lograr que siquiera se abran a escucharnos, y más aún, que nos pidan una disculpa en el caso extremo de que realmente la necesitemos para seguir adelante ( a veces esa disculpa de verdad nos la deben).
Pero independiente de las posibilidades objetivas de conversar o no el problema, cuando uno crece como qwue cacha que seguir pensando el asunto en términos causales (yo soy así porque cuando chico...) no sirve para nada. Ya no tiene vuelta y hay que procesar las cuestiones internamente, no más...

Uy, que me salió largo

Un abrazo!

7:51 AM  
Blogger blue said...

es la relación mas de conflicto y confianza que he tenido. a veces que suelo discutir un tema con el, porque discutimos en todo, creyendo que este es el principio de nuestra propia democracia, caemos en la cuenta que nunca llegaremos a un concenso,entonces nos despedimos y llegamos al único acuerdo que nos vemso pa la proxima discucion...es muy sano.

11:24 AM  

Post a Comment

<< Home